Saga: Crónicas Kane (1/3)
Autor: Rick Riordan
Editorial: Montena
N° de Páginas: 473 Páginas
Puntuación: ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥
Nos quedan solo unas horas, así que escucha
con atención.
Si
estás oyendo esta historia, ya corres peligro.
Mi
hermana Sadie y yo podríamos ser tu única esperanza.
Todo
empezó en Londres, la noche en que nuestro padre hizo explotar el Museo
Británico con un extraño conjuro. Fue entonces cuando nos enteramos de que,
además de un reconocido arqueólogo, era una especie de mago del Antiguo Egipto.
Rodeado de valiosas antigüedades, empezó a entonar extrañas palabras… Algo
debió salir mal porque la sala quedó reducida a escombros; Set, el dios del
caos, apareció de la nada envuelto en llamas y a nuestro padre se lo tragó la
tierra...
No
puedo decirte nada más;
el
resto deberás descubrirlo tú.
Opinión personal
Hace mucho tenía pendiente de leer esta trilogía que Rick Riordan había escrito y publicado después de dejar momentáneamente a los dioses griegos. Había leído el primer libro en 2013 y por razones de tiempo (y de lecturas prioritarias en ese entonces) no pude continuar con la lectura de la saga hasta a principios de septiembre de este año. Hoy vuelvo a releer el primer libro de Crónicas Kane para recordar la historia que me ha fascinado hace años atrás.
En esta primera
entrega nos cuenta la historia de Carter y Sadie Kane, dos hermanos que han
estado separados desde la muerte de su madre y que se tratan como parientes
lejanos cada vez que se encuentran. Sadie vive con sus abuelos maternos en
Londres mientras que Carter viaja por el mundo acompañando a su padre, Julius
Kane, un prestigioso egiptólogo. La noche en que los hermanos se reúnen, su
padre los lleva al Museo Británico con la intención de realizar un experimento
(o más bien un hechizo) para arreglar las cosas con su familia. Sin embargo,
algo sale mal y Julius termina explotando la Piedra de Rosetta y, de paso, libera
a los cinco dioses del Antiguo Egipto que residían en ella. Uno de ellos, Set,
el dios del Caos, hace desaparecer a Julius, haciendo que literalmente la
tierra se lo tragara, y se escapa con la mirada puesta en los hermanos. Carter
y Sadie, al presenciar lo sucedido, se embarcaran en una aventura alrededor del
mundo para rescatar a su padre y a detener a Set. Y en el medio de esa
travesía, descubrirán que su familia pertenece a una mágica orden de magos que
existe desde los tiempos antiguos del Antiguo Egipto.
- ¡Espera! – gritó Carter -. No puedes…
-
Querido hermano – dije yo-, ¿se te ha vuelto a salir el alma del cuerpo
mientras Amos hablaba, o has escuchado algo de lo que decía? Dioses egipcios:
reales. Señor Rojo: malo. Cumpleaños del Señor Rojo: muy pronto, muy malo. Casa
de la Vida: magos viejos y quisquillosos que odian a nuestra familia porque
papá era un poco rebelde, cosa de la que por cierto deberías aprender. Eso nos
deja a nosotros (solo a nosotros, ya que papá no está), con un dios maligno que
va a destruir el mundo y, por último, con nuestro tío, que acaba de saltar por
el borde del edificio… y la verdad es que no me extraña. – Respiré [si, Carter, a veces tengo que respirar]- ¿Me
dejo algo? Ah, sí, también tengo un hermano que por lo visto es bastante
poderoso porque proviene de una estirpe antigua y bla bla bla, etcétera, pero
que tiene miedo de visitar una biblioteca. En fin, ¿vienes o no?
Carter
parpadeó como si hubiera dado una bofetada, lo que supongo que en cierto modo
acababa de hacer.
Hasta ahí mi intento
de resumen corto del libro. Ahora vamos por partes.
Rick Riordan sigue
sorprendiéndome a la hora de mezclar la mitología con la actualidad y en este
caso le ha tocado el turno de la mitología egipcia. En mi caso, a diferencia de
la famosa saga de Percy, no tengo la suerte de conocer mucho sobre mitología
egipcia (que solamente conozco los nombres de algunos dioses y nada más); pero
si hay algo que me gusta de los libros de Riordan es que te explica de una
manera tan fluida y simple esas historias mitológicas sin darte la sensación
que estás leyendo una especie de diccionario.
Me ha costado un poco
en reconocer algunos dioses pero de a poco empezaba a recordarlos al igual que
los jeroglíficos que aparecen a lo largo del libro (lo cual hubiera sido de
buena ayuda un glosario para recordar el significado de algunos de ellos).
La novela está
contada en primera persona pero con las voces de los dos protagonistas, Carter
y Sadie. Cada dos capítulos se alternan las voces de ambos protagonistas como
si fuese poco que narren los hechos por un capitulo cada uno. Pero lo que me
llamó más la atención fue el hecho de que la novela está contada, tal como se
explica en la parte de “advertencia”, como una transcripción de una grabación
digital en donde incluyen las interrupciones que aparecen en forma de corchete.
Me gustó mucho la forma en que narró la novela. Simplemente muy interesante y
muy divertida (especialmente cuando Sadie es la que toma el control de la
historia).
Y como siempre pasa
en un libro de Rick Riordan es que el libro esté repleto de acción de manera
constante que uno no para de leer; aunque es de agradecer que haya pausas entre
tanta persecución y luchas a muerte. Así que tiene una buena dosis de aventura
y acción bien aseguradas.
- Eres Nutrit… Nut –le dije. Entonces me di
cuenta que a lo mejor le había sonado mal-. Quiero decir… la diosa del cielo.
La
diosa sonrió. El brillo de sus dientes blancos fue como una galaxia nueva
cobrando existencia con un estallido.
- Puedes llamarme Nut. Y créeme, ya he oído
todos los chistes que pueden hacerse con mi nombre.
En cuanto a los
personajes, hay que reconocer que el autor sabe crear personajes tan increíbles
y, de paso, reinventar a los dioses que aparecen dentro de la mitología. Carter
y Sadie son dos personajes que me han agrado mucho desde un comienzo y me
sorprende que sean tan diferentes entre sí (y no me refiero a como son
físicamente hablando). Es decir, por poner un ejemplo, Carter es tan listo pero
es muy cauto a la hora de que los problemas les caigan encima y, en cambio,
Sadie sea más atrevida y no duda lanzar un comentario fuera de lugar en el
momento menos indicado. Los dos son tan diferentes pero iguales. Después de
todo, en el fondo, son dos hermanos que se quieren mucho (aunque no les guste
mucho admitirlo). Si hablo de los demás también están Amos Kane, el tío de los
hermanos que está ahí como su guía y tutor (aunque no por mucho tiempo), Desjardins,
el lector de la casa Nomo Primero que se empeña en desconfiar en los dos
hermanos (lo cual ha sido un dolor de cabeza lidiar con este personaje), Zia
Rashid, una maga que terminará involucrada en la travesía de los Kane (bueno,
más bien por Carter que por Sadie) y es un personaje que espero saber más de
ella en la siguiente entrega (no pregunten el por qué), o Keops, el babuino fanático
del baloncesto que tiene la inusual costumbre de comer alimentos que tengan la
palabra O.
Antes
de que pudiese terminar la frase, brotó una columna ardiente delante de su
cara. Yo chillé, convencida de haber hecho algo horrible, pero al apagarse la
llama Zia seguía estando allí, con cara de pasmo, las cejas quemadas y el
flequillo chamuscado.
- Ay, dios – dije-. Lo siento, lo siento.
¿Ahora es cuando muero?
Durante
tres latidos del corazón, Zia me contempló sin apartar la mirada.
- Ahora – afirmó-, creo que
estás listos para un duelo.
No me olvido también
de los dioses egipcios pero como que en este caso no ha sido lo que esperaba.
Es decir, aquí no los ha reinventado tanto como lo hizo en la anterior saga.
Algunos como Horus, Isis y Set se presentaban más que nada en las antiguas
historias que hablan de ellos o del hecho de estar tan obsesionados con la idea
de obtener el poder o controlar un cuerpo humano. Pero otros como Bast, la
astuta diosa gata que protege a los dos hermanos sin importar el coste de su
vida, o como Anubis, el dios de los muertos que tiene una manera curiosa de
presentarse ante la vista de ambos hermanos (uno lo ve con una cabeza de chacal
y el otro le ve como un ser humano más), me ha sorprendido mucho como los
presentó. Aunque en el caso de este último me da un poco de lástima que no haya
aparecido tanto en el libro pero me muero por verlo en el siguiente… Especialmente
ver como se relaciona más con Sadie.
Y el final, como
siempre es para matarse del suspenso. Si hay en que es Riordan es bueno (además
de crear increíbles personajes) es que te deje con un final que te den ganas de
saber lo que pase después y eso es lo que me pasó con este libro; sabiendo que
apenas es el comienzo de una aventura más grande de lo que me imaginaba.
- Ahora deberíamos despedirnos. Se os acaba
el tiempo. En poco más de veinticuatro horas, el sol iluminará el cumpleaños de
Set, y él contemplará su pirámide… a menos que lo detengáis. Tal vez cuando
volvamos a vernos...
- ¿Serás
igual de cargante? – aventuré.
Fijo en mí aquellos cálidos ojos castaños.
-
O tal vez puedas ponerme al día en los rituales de cortejo modernos.
Me quedé allí sentada, aturdida, hasta que
asomó una sonrisa a sus labios, lo justo para darme a entender que estaba
bromeando. Entonces, desapareció.
- ¡Muy gracioso! – grité.
La pirámide roja es un buen comienzo de una historia bien plagada de aventuras y de
acción con un cambio de registro dentro de la mitología por parte de Rick
Riordan. Si les gusta mucho la mitología egipcia o han leído anteriormente los
libros de este autor (y les encantan), no pierdan la oportunidad de empezar a
leer esta trilogía.
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